miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Porqué ahora nadie habla?
Sólo se oye a veces la risa lejana y los golpes en la pared...


Pero absolutamente nada más.
Es raro.

jueves, 23 de febrero de 2012

Te echo de menos.

En el eterno silencio de la noche, en el que sólo hay ruido al escribir ciegamente estas líneas... siento como te echo de menos.
Echo de menos esos ojos que no dejan de mirar los míos.
Echo de menos ver tus mejillas se sonrojan y ocultas tu mirada con una sonrisa escondida.
Echo de menos esas manos blancas, finas con uñas perfectas que al acariciarme pareciera que eliminaran cualquier mal anterior.
Echo de menos sentirte en mí.
Echo de menos robarte egoístamente ese calor para abrigarme yo.
Echo de menos la lengua juguetona que sale a saludarme y me incita a raptarla en mi boca.
Echo de menos los labios que destacan en tu cara. Si esos ojos tímidos y cambiantes pueden llamar la atención de cualquiera que los mire de verdad... sin duda puedo decir que esos labios completan un rostro que para mi, es perfecto. Tu piel más clara, deja que su color salga adelante y se imponga a todo lo demás.
Un juego de colores precioso. Y, graciosamente, aún con eso, todo ello viene tapado con la suavidad que niegas constantemente. Ojalá pudiera darte mis manos y labios para que tu mismo te probaras.

Echo de menos cada mirada y cosa que haces. Echo de menos cada palabra que sale de tu boca siendo empujada por esa voz tan suave como tú.

Me siento estúpida porque no ha pasado casi tiempo, porque ni siquiera te he tenido conmigo meses o años.
Aún así no lo puedo evitar. No puedo evitar echarte demasiado de menos.
Quizás solo sea una egoísta que roba de tu tiempo; y, seguramente pensarás que estas palabras y posiblemente las que vengan en un futuro, ya hayan sido dichas a otros personas.

Créeme que no.

Eres a quien más rápido he echado de menos.
Nunca me había pasado.
Y me siento estúpida por ello. Ni yo misma sé porque.


Te echo de menos... idiota.

jueves, 16 de febrero de 2012

Something Lacking

Todo estaba ordenado ya. Los platos perfectamente colocados, los cubiertos lavados y unos encima de otros en su respectivo cajón. El mantel impecable... Olor a limpio.

Cerré la puerta que conducía a la cocina. Dí media vuelta y miré hacia el piso superior mientras subía por las escaleras. Mis ojos violeta no dejaban de mirar la puerta de su habitación. A cada paso que daba, ruido de tacones se escuchaba.
Al llegar a la planta superior me dirigí con paso firme y lento a su cuarto. Con mi mano izquierda abrí la puerta y la cerré detrás de mi al entrar. Cosa que siempre he hecho.

Ahí estaba. Quieta, frágil y hermosa.
Su pecho iba subiendo y bajando con ritmo calmado. Incluso ese simple gesto, en ella, era hermoso.
Mis manos imperfectas y manchadas no aguantaron su belleza. Necesitaba tocarla.
Acaricié su cabello rubio y perfectamente cortado. Un color perfecto. Todo perfecto.
Mi indice delineó la silueta de su cara, completamente normal. Detrás de esos ojos ahora cerrados, recordé que abiertos eran de un verde llamativo. Como dos esmeraldas preciadas.
Sus mejillas calentitas y sonrojadas me hacían sentir calor, su cuello suave y blanquecino pedía a gritos ser mordido y apreciado. Sus labios del mismo color que las mejillas... perfectos.

Aún con la ropa puesta mis manos pasaron por el busto. Un busco suave, blando y compacto. Perfecto.
El que todo hombre desearía poder poseer.
Esa chica emanaba un calor increíble y delicioso. No... era hermoso.

Su estómago sin imperfecciones, sin marcas, plano y delicado... Sus piernas blancas y tersas...
Al final, lo que andaba buscando se hallaba frente a mi. Al apretar por debajo de su ombligo, se despertó sobresaltada. Sus ojos verdosos estaban asustados, mi mirada siempre fría no iba a cambiar tan fácilmente por algo así. Ella no articuló palabra alguna con su vocesilla de chica preciosa.

Me dirigí al gran cristal que había cerca de la cama para golpear mi cabeza contra el mismo hasta romperlo. No me hice daño. ¿Qué era daño para mi?... Nada. No puedo sentir placer o pena.
Arranqué un trozo de ese mismo cristal, era bastante contundente y largo. Lo besé lentamente.

La chica jadeaba y ya estaba en la misma puerta por la que yo había entrado, pero estaba bien cerrada. No iba a poder salir.
Lentamente me dí la vuelta y fui hacia ella. No había escapatoria. Sonreí y comencé a reír mientras la perseguía con paso firme. Ella solo corría por las paredes hasta que al final cayó sobre su propia cama.

Gritó con su voz deliciosa y perfecta.
Con una mano agarré de su cuello, con la derecha levanté mi gran cristal, mi sonrisa era grande y mi lengua salió a jugar.

...
Un último grito.
Ropa rasgada y sangre cayendo de las sábanas blancas haciendo hermosos dibujos en el piso.




Al cabo de un rato, no emitía calor.
Pero aún así... seguía con una belleza... perfecta.

miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Porqué al niño suave no le habéis invitado a la fiesta?

E-go-is-mo.
No voy a juntarme más contigo.
Lo odio... porque a ciertos amigos no voy a poder ver.
Pero... ¿Cómo acercarme a un maltratador?

Tendré que aguantar que si me ves, me saludes y tendré que hacer como que no sé nada.
Es odioso, pero soy así de falsa ¿no?

Ya me da igual.
Enfádate, haz lo que quieras...
Yo no voy a pasar delante tuya si puedo evitarlo.

Y me odio... porque a ellos ni les veré.
Me cansa mucho todo.
La actitud de la gente, que acostumbrados a una misma actitud diaria, no paran de golpear en mi puerta.

Tengo vida lejos de esta pantalla.
¿Saben?

miércoles, 8 de febrero de 2012

Realmente, esa agujero en mi puerta lo habías hecho tu.
¿Recuerdas que hablaba de verte a través de él?

Ni idea aún de el porqué de permitirme ver la luz. 

Simplemente quiero mecerme en la cuna de la tranquilidad por una maldita vez.


...
Esta vez, parece que estás de acuerdo conmigo... ¿no? 
A pesar de que grites de miedo.
Dices que envidias mi sonrisa pero no sabes lo que detrás se esconde.
Si vieras porque sonrío quizás no te gustaría.
Son un cúmulo de cosas que a veces ni yo misma puedo comprender.

Mi memoria, selectiva y odiosa a veces, me odia.
Juguetea con la sonrisa que cree para mi misma.
Consejos de amigos que desaparecieron con la edad, cosas que vives y lees... ¿Qué importa?
Sólo sé que ahora me gusta sonreír.

No puedo actuar bien, no sé actuar bien. No sabría fingir una sonrisa aún si lo estudiara muy bien.
Con esa sonrisa no pretendo engañar a nadie salvo a mi misma.

¿Que si soy feliz? ¡Claro que lo soy!
Y cuando no, simplemente quiero que esa energía positiva y de paz de la que todos alardean que tengo, se os pegue. Pero esa paz es mentira y yo no sé hacer bien mi trabajo.

martes, 7 de febrero de 2012

Axfisiame con tu calor.
No te separes de mí.
Tengo miedo y creo que tú también, más no voy a pensar más.
...Simplemente, no quiero pensar más. Quiero moverme con inteligencia pero sin dejar
que mi subconsciente enfermo me engulla de nuevo.

Mientras tengo tu calor a mi alrededor no hay miedo que valga...
En esos momentos solo hay tranquilidad y paz.

Más si ella da golpes en mi cabeza por temor a hacerme daño... sonreiré.
Porque Te Quiero.
Y luego dirás que nada de tu físico es perfecto... ¿no?

lunes, 6 de febrero de 2012

¿Acaso hay alguien más detrás de esos ojos y de tu sombra?
Y la cosa sigue y sigue. Demasiado bien sigue.
Pero yo no me voy.

Si no me sacas a pasear, como quieres que no golpee tus paredes y no provoque dolor en ti.

miércoles, 1 de febrero de 2012

No me digas que vas a ser tú un nuevo rol en mi vida.
Porque mi cabeza fantasea e imagina...
¿Quién serías?

Personajes bailan en mi cabeza. Pero no hay nada claro.
Sólo espero no acabar descubriendo que no eras el protagonista de mi historia.