martes, 22 de mayo de 2012

El cuerpo de la chica de verde medio colgado estaba. La chica de ojos lavanda.
Su sonrisa aún permanece... sus ojos clavados en la lejanía del techo iluminado reflejan felicidad.
Un sentimiento que antes no había podido conocer.

Ahí dentro gritó, más nadie la escuchó.
Un castillo demasiado grande para dejar que voces se escuchen... más aún cuando sus labios nunca se movieron para pedir ayuda.
La pobre recorría largos pasillos con espejos que rompía a su paso, gritaba riendo mientras la sangre artificial salía de sus ojos. Estúpidamente imitaba un llanto, pero no podía sentir.

Su cuerpo yace colocado perfectamente.
Después de el mayor grito de dolor los cristales cayeron y le quitaron la vida. Irónico dirían algunos. Pues lo que más odiaba, le había caído encima.
Una lágrima caía lentamente mientras sus sonrisa se dibujaba.

Por fin, había sentido algo.

...Más no había nadie allí.
En el infinito espacio de un castillo abandonado no había nadie quien se preocupara de una loca mujer.

La desatención puede matar como un cuchillo en tu alma.
Oh querida.
Yaces ahí tan perfecta y a la vez tan imperfecta.

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