martes, 17 de abril de 2012

Después de infinidad de cosas llegué hasta a donde sonaba la dulce melodía.
Una habitación completamente blanca había.
Espera. ¿Acaso había paredes siquiera? Bah, ¿qué mas da?...

Un enorme piano, imposible de tocar para nadie estaba justo delante. Una mancha oscura, que, al acercarme comprobé que era un chico vestido de negro, estaba sentado enfrente.
Como todos, no me hablaba ni actuaba ante lo que yo hiciera. Se quedaba ahí tocando el piano y mirando a la nada, pues sus oscuros ojos ni siquiera miraban al piano.

Su cabello oscuro y perfecto, los ojos negros y profundos, los labios carnosos y la piel blanca...
Su mirada...





Me gustó.

Sekomumasada Sensei.

1 comentario:

  1. ¡¡¡ Que bonito !!!


    Despues de muchos dias sin pasar,paso a comentarte x estos sitios y a leerte. Espero que estes bien

    ResponderEliminar